cuestionen aún la permanencia de las bibliotecas.
De acuerdo, con internet hasta en la bolsa de playa,
tenemos toda la información, el ocio y el vicio
que uno quiera,
pero señores,
las bibliotecas siguen siendo
ese pequeño puerto donde anclar.
Anclar
cuando a uno le apetece dejarse sorprender
por el aliento de los libros viejos,
anclar
después de haber navegado
kilómetros sobre asfalto.
Anclar.
(Las cazadoras también se usan en nuestro verano) |
En ocasiones
hay libros que saltan al agua
y me salvan.
Como tus brazos.